Se sentaba frente a la ventana de su cuarto tratando de convencerse de que esta vida no es tan cruel e injusta, que la suerte va y viene y que solo hay que esperar a que el duende maligno que habitaba en ella, se esfumaría en cualquier amanecer.
Solo se animaba recordando los días de su niñez, cuando sus padres la llevaban al pueblo a pasar el verano, según su madre para estar en contacto con la naturaleza y de paso abrirle el apetito.
Allí era feliz, la única preocupación era asegurarse de que los pollitos no se dejaran comer todo el pienso por las gallinas y comprobar que alguna gata o perra recién parida amamantara a todas sus crías por igual.
Por la mañana se levantaba temprano para ir con su abuelo a ordeñar a una enorme vaca con cara de malas pulgas a la que ella canturreaba alguna canción para tranquilizarla y al mismo tiempo para espantar el sueño producido por el madrugón.
A la hora de comer, ayudaba a poner la mesa, intentaba colocar todo de la misma manera que veía en los restaurantes a los que iba de vez en cuando, adornando el centro de la mesa con algún ramillete de flores silvestres que se afanaba en recoger unos momentos antes para que estuvieran lo mas frescas posibles.
Al atardecer cuando el sol dejaba de imponer su ley, daba largos paseos con su abuela por el pequeño bosque que rodeaba la casa y el día que había terminado toda su comida, como premio, podía darse un baño en el riachuelo de aguas cristalinas que aunque no llevaba demasiado caudal, a ella le encantaba chapotear y sentir como la pequeña corriente a veces era mas fuerte que sus piernas.
Solo se animaba recordando los días de su niñez, cuando sus padres la llevaban al pueblo a pasar el verano, según su madre para estar en contacto con la naturaleza y de paso abrirle el apetito.
Allí era feliz, la única preocupación era asegurarse de que los pollitos no se dejaran comer todo el pienso por las gallinas y comprobar que alguna gata o perra recién parida amamantara a todas sus crías por igual.
Por la mañana se levantaba temprano para ir con su abuelo a ordeñar a una enorme vaca con cara de malas pulgas a la que ella canturreaba alguna canción para tranquilizarla y al mismo tiempo para espantar el sueño producido por el madrugón.
A la hora de comer, ayudaba a poner la mesa, intentaba colocar todo de la misma manera que veía en los restaurantes a los que iba de vez en cuando, adornando el centro de la mesa con algún ramillete de flores silvestres que se afanaba en recoger unos momentos antes para que estuvieran lo mas frescas posibles.
Al atardecer cuando el sol dejaba de imponer su ley, daba largos paseos con su abuela por el pequeño bosque que rodeaba la casa y el día que había terminado toda su comida, como premio, podía darse un baño en el riachuelo de aguas cristalinas que aunque no llevaba demasiado caudal, a ella le encantaba chapotear y sentir como la pequeña corriente a veces era mas fuerte que sus piernas.
En los días de lluvia, se sentaba cerca de la ventana para poder embriagarse con el olor a tierra mojada mientras contaba interminables cuentos a su abuela, la mayoría de las veces inventados, a la espera de ver entrar los rayos de sol que habían conseguido espantar a las nubes.
No podía evitar que las lágrimas afloraran, no podía perdonar al tiempo el no haberse detenido en esos veranos en los que cada mañana despertaba con una ilusión, con una sonrisa...
Gala
26 comentarios:
Me ha parecido muy bello tu texto y muy reflexivo. Me da un poco de nostalgia y algo de melancolía, pero no por eso deja de ser menos bello e inspirador.
Mis saludos desde Ángel Poético.
Me has hecho volver a mis veranos de adolescencia.
Ahora, tiempo después puedo decir que fueron lo mejor de lo mejor que he vivido.
Besos.
Me trajo los recuerdos en el campo de mis abuelos, donde era casi una obligación levantarse temprano para darle de comer a los animales, ordeñar las vacas... ir a la huerta a buscar los frutos frescos para el desayuno...
Era precioso estar ahi... ellos ya no estan y el campo fue vendido, pero mis recuerdos quedan en el corazón, jamas se iran de ahi...
Besos cielo y buen fin de semana!!!
Me has traido unos recuerdos encantadores. Vien a echar un ratito de lectura, y como siempre, genial. Pasa un buen fin de semana.
Saludos y un besazo!
Mi abuela hacía encaje de bolillo y yo la miraba absorto. Cuando le preguntaba que para qué, que porqué hacía eso me explicaba que cada bolillo sujetaba un hilo de nuestras vidas, de los de la familia y ella iba juntando o separando las buenas cosas de las malas. Yo, por supuesto, creí a mi abuela a pies juntillas y desde entonces la miraba con un gran respeto y una enorme admiración cuando lo hacía. Creia que era una especie de hada que manejaba los hilos de nuestras vidas.
Lo malo es que ahora que soy mayor y ella no está, estoy mas convencido cada dia de que era cierto lo que decia.
Perdona, me enrollé motivado por la melancolia de tu bellísimo texto. Un placer leerte. Me encantó. Este mundo está falto de historias como esta.
Un besazo
¡Qué ternura! ¡Y qué recuerdos!
besos
QUE LINDO TENER ESOS RECUERDOS,
MIS VERANOS FELICES, TAMBIEN ERAN CON MI ABUELA MATERNA.
JUGÁBAMOS, COCINÁBAMOS Y ERAMOS MUY COMPINCHES,
AUN LO SOMOS PERO YO HE CRECIDO, Y ELLA TAMBIEN Y ESA COMPLICIDAD SIGUE AÚN.
BESITOS,
Que ternura y que recuerdos¡
Precioso texto y muy reflexivo
Un besito Rosa
Bonito texto y bonita forma de escribir ;)
Un beso
¡Cuántos recuerdos! Gala.
Yo recuerdo a mi abuelo, con su pipa en un sillón de orejas ¿recordáis esos sillones grandotes?, una mantita que le tejió mi abuela, y siempre rodeado de libros.
Ay!!! (suspiros)
gracias por este tierno recuerdo.
Mis besos corazón
Una historia tierna y sensible que me ha tocado mi corazón y recordado cosas muy similares.
besote
Echar la vista atrás, recordar, nos hace no volver a cometer los mismos errores, pero también nos devuelve una sonrisa cuando las fotografías del pasado son en color y no en blanco y negro. Es bonito no olvidar. Un beso, niña y gracias por visitar mi desván. Cuídate.
Que tierno texto y cuanto amor leo en el.
Besos
Encantadora tu entrada... Un gran homenaje a esa figura hoy en día tan olvidada.
Un saludo.
En estos tiempo pecas deromantica ,ilusa y hasta siutica cuando te sientas en una ventana a ver un atardecer,o un amnecer a veces con mucho frío,mientras las golondrinas estan en la cornisa acompañandote a esa mirada con acento distinto....Un ralato con mucho pasado añorando un presente que corre y no logra detenerse a disfrutar de un domingo en pijamas...
Mariella
Que escrito tan lindo, aveces esos momentos de nuestra infancia llegan para traernos gratos recuerdos, es bueno traerlo al presente de vez en cuando.
Te dejo un beso.
Los recuerdos de la infancia, si perviven, se van descomponiendo y componiendo de forma que siempre enriquecen y hacen que la añoranza siga ahí. ES sano y hermoso, si ello no significa que te quedas anclado ahí.
Hermoso relato.
Bicos.
Me alegra que este pequeño relato os haya llevado por unos momentos a vuestra infancia, que al fin y al cabo es una de las mejores etapas que hemos tenido en nuestra vida.
Gracias por vuestros comentarios.
Gala
Gracias por visitar mi casa y dejar tus comentarios. Volveré. Abrazos.
Hola Gala. Es un precioso relato que hace soñar con tiempos pasados donde no existía la prisa y el contacto con la naturaleza era algo natural.
Gracias por hacerme soñar.
Un beso.
Hola Gala!!
Primera vez que paso por aquì y me engancho la elegancia con la que escribes y el bonito relato que nos obsequias...
Nostalgia y Tristeza, pero a la vez Ternura y Alegrìa... Sentimientos encontrados...
GrAcIaS!!! =D
Apapachos!!!
Ay, gracias.
Por un rato me fui a mis recuerdos mas bonitos, la infancia.
A traves de ti, me he dado un chapuzon en mi querido Río.
Besos.
es muy bonito, suena a melancolía, a recordar cosas del pasado...a veces gusta recordar cosas...así no se olvidan.
un beso
Qué dulce Gala.
Creo que tenemos suerte los que podemos recordar con dulzura la niñez y la preadolescencia. Yo puedo, pero no quiero pensar que todo tiempo pasado fue mejor, ni vivir anclada en él llorando el tiempo que se ha ido. Debemos intentar construir un presente que nos permita que la nostalgia y las lágrimas que nos trae no sean amargas.
Has conseguido que todos hayamos tenido ese momentito de dulzura y de añoranza con tus palabras.Gracias.
Un beso.
Un texto bellísimo sin duda alguna.
Un abrazo.
Es bueno recordar, hermosos momentos, vivencias inigualables, nunca se van a ir de uno, y las has plasmado, de una manera que es pura ternura.
un beso
Maite
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