
Siempre caminando con la mirada fija en sus pies, preguntándose por que estaba inmerso en un mundo en el que los sueños no entran, en el que llega un momento que olvidas si alguna vez has tenido una vida.
Había sido un hombre feliz que disfrutaba con su familia, amigos, trabajo...y ahora vagaba por las calles arrastrando el pesado manto de la soledad. Sentía en sus carnes como el destino había sido injusto , como la ruleta de la fortuna se reia jugando en su contra y ahora estaba condenado en un túnel oscuro y sin salida.
Miraba sus manos que en un tiempo trabajaron sin descanso, que acariciaron las tiernas caritas de sus hijos, que amaron y la desgracia y los corazones secos y egoístas dejaron vacías como su vida.
No le quedaba nada, sólo una imagen triste que reflejaba su interior vacio como sus bolsillos.
En ocasiones se sentaba en un portal, con la cabeza hundida entre sus piernas para no ver el ir y venir de gente que era como él, que tenían lo que el había tenido, que reían como él había reído y timidamente alargaba la mano para conseguir unas cuantas monedas. Un fuego interior se apoderaba de él recorriéndole de pies a cabeza , reflejandose la vergüenza en su rostro cubierto con una enorme barba con la que intentaba ocultar su identidad.
Unos le miraban disimuladamente, otros volvían la cabeza para no verle y la mayoría no podían disimular su desprecio.
¡Como se atrevían a despreciarle si no le conocían, si no sabían nada de su vida, si ni tan siquiera podían imaginar los motivos que le habían hecho llegar hasta allí.!
Un día cuando su mano estaba tendida sintió un ligero roce, un calor extraño.
Levanto la cabeza y vio a su lado un perro que pedía un poco de calor, un poco de afecto. También había sido abandonado, despreciado por otros corazones igual de secos e inhumanos.
Acaricio su cabeza y vio unos ojos que cada vez brillaban mas y se llenaban de agradecimiento.
A él no le importaba si dormía en la calle, si no tenia para comer... si era un "vagabundo", sólo veía a alguien que podía darle ese calor que necesitaba.
Juntos caminaban por las calles sin rumbo fijo, sin mirar al frente, sin pensar...
Eran dos almas solitarias que habían encontrado un trozo de corazón para reposar sus vidas heridas por la indiferencia y el olvido.
Gala